Crisis y ecologías de la reparación para reconfigurar la relación entre humanos y el mundo natural
La intensa actividad industrial ha desatado diversas crisis socioambientales que, paradójicamente, propician una reconfiguración en la coexistencia entre los humanos y su entorno. En el artículo publicado por Frontiers in Psychology, el investigador NUMIES Gustavo Blanco analizó el potencial de estos procesos y cómo revierten la noción tradicional de que es sólo el humano el que transfigura su entorno.
La reparación ecológica pretende llevar un ecosistema a su estado natural, reparar el daño y transformar las condiciones que el ser humano ha inducido en el ambiente, hasta generar efectos destructivos. Es este ejercicio, plantea Gustavo Blanco, el que permite explorar nuevos y distintos modos de convivencia entre el ser humano y otras naturalezas, distintas a la humana.
Es la crisis socioambiental, producida por la intensa actividad industrial, el evento que propicia la reconfiguración de prácticas y disposiciones afectivas que pueden tener acciones reparadoras. En el artículo publicado por Frontiers in Psychology, el Doctor en Sociología plantea que “las crisis hay que entenderlas, además de sus efectos destructivos y desintegradores (ya sea sociales como estructurales y ecológicos), también como espacios fecundos de interacciones y la posibilidad de encaminar procesos hacia la reparación”.
Es a partir de este reconocimiento que las sociedades pueden responder a su propia exigencia hacia formas justas de transición socio-ecológicas. Esta propuesta, proveniente del llamado post-humanismo, sostiene que, más allá de la capacidad de los humanos de cambiar su entorno, es necesario reconocer cómo el mundo nos está constantemente cambiando. Cómo fijarnos en las posibilidades de coexistencia, antes que en las formas de instrumentalización, reducción para obtención de recursos.
Socio-geo-ecologías
El artículo explora las posibilidades teóricas y documenta casos emblemáticos de ecologías de la reparación, como el desastre ecológico que produjo la migración y muerte de miles de cisnes de cuello negro en el Río Cruces el 2004. “Incorporamos teórica y metodológicamente no solamente la organización humana y las respuestas sociales, sino la relación con no-humanos como las aves, mamíferos, especies vegetales y la geología que sostiene ese entramado”, añade Blanco.
Las reparaciones, sin embargo, tienen sus limitantes. “Nunca se hacen cargo de todo el daño hecho en un ecosistema. Una afectación del mundo material que nos rodea, por ejemplo, un derrame químico, genera acción y distintas respuestas e iniciativas a diferentes escalas. Algunas muy cotidianas en espacios microsociales, hasta fenómenos más estructurales de organización que podemos considerar como reparativas. Algunas de ellas se institucionalizan y perduran, algunas son más contingentes y esporádicas”, explica el sociólogo.
Estos atributos, concluye el artículo, componen las socio-geo-ecologías que, más allá de los aspectos individuales, comunitarios o institucionales, son las características geológicas específicas que hacen posible un entrelazamiento de relaciones interdependientes entre agentes humanos y no humanos.
Proyecto Fondecyt
Este trabajo teórico es parte de un proyecto Fondecyt que busca analizar la reparación ecológica desde perspectivas post humanistas, y como procesos de transiciones que se están llevando a cabo en las sociedades. Con la incorporación de agentes no sólo humanos se avanza en cuanto al reconocimiento a la diversidad, sin perder de foco el reconocimiento de distintos grupos que quieren alcanzar mayor justicia ambiental y mayor participación en la toma de decisiones sobre sus territorios, particularmente aquellos que son impactados por industrias, procesos de contaminación y otros procesos que tienen que ver con la sub-urbanización y el crecimiento.